Ni la lluvia aguó la tradicional traída de la Virgen de la Esperanza con decenas de vecinos acompaña
Presente en los primeros compases del recorrido, la lluvia no restó ni tiempo ni espacio a la tradición. Y así, como cada último domingo de abril, la estampa se repitió, y la talla de la Virgen de la Esperanza abandonó su altar en la ermita de Valmayor, allí donde se la venera de continuo para alcanzar el otro altar, el del templo parroquial, donde ya permanecerá hasta que suenen aún más tradicionales aún más sonoros, los ritmos, como toques de dulzaina y tamboril, de la romería de junio. Escoltada por las decenas de vecinos que no vieron en la tarde de nubes y chaparrón el impedimento para repetir la marcha a pie, la que se sigue salvando los kilómetros que separan la ermita de Valmayor de la iglesia de Nuestra Señora de Asunción, todo para vivir esos momentos que sirven de preludio especial a unas celebraciones con sello del todo propio.
Porque la popular traída de la Virgen al casco urbano, que suma la presencia y colaboración de las Hermandades de Valdemorillo, ya que la del Santísimo portó una vez las andas con la imagen de San Isidro para la simbólica bienvenida en plena Plaza de Cristo, constituye una de esas costumbres que siguen despertando la presencia de unos y la curiosidad de otros. Y entre quienes se acercaron a la iglesia, a la puesta de ese sol que se resistió a poner color a la peculiar comitiva, la Alcaldesa, Gema González, junto a otros miembros de la Corporación, como los concejales, Luis Hernández, Encarnación Robles y Luis Entero. Valdemorillo, así, sigue al paso de la tradición.