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Música sin fronteras en la voz de oro de Nesrine Belmokh, pura “alquimia” multicultural para hacer d

  • Foto del escritor: Ayuntamiento de Valdemorillo
    Ayuntamiento de Valdemorillo
  • 29 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

En francés, en inglés, en árabe, combinación de idiomas para entretejer estilos. Toda una puesta en escena sorprendente, “preciosa”, que cautivó a un patio de butacas entregado por completo a la que se presentó como una de las grandes actuaciones programadas en la Giralt Laporta


Se anunciaba de lujo y los pronósticos aún se superaron. Porque el de NES fue más que un concierto, presentándose como una ocasión única, realmente extraordinaria, para dejarse llevar por la emoción de la música que no entiende de fronteras, que puede pronunciarse en múltiples idiomas para prenderse en el público haciéndole sentir, además, al ritmo de los más diversos estilos. Jazz, soul, blues, canción francesa, … repertorio interpretado con la fuerza de la que hace gala la joven argelina, poderosa a la hora de difuminar fronteras para hacer imperar la libertad de dejarse llevar por cada composición, con esa tranquilidad, esa amabilidad con la que parece rozar las palabras, recreando aquello que realmente busca alcanzar NES, su voluntad de representar la apertura al mundo a base de un “nomadismo vital, conceptual”. A la par explosiva y espiritual, también melancólica, derrochando sabia, cálidamente, la conversión de energía en sentimiento, ahora sobre las tablas del Auditorio local, Nesrine Belmokh, o mejor aún, su alquímica voz de oro, hizo visible el alma del magistral trío que recaló este domingo 28 en el escenario de la Giralt Laporta, ya en tiempo de programación festiva, para protagonizar un concierto realmente distinto, sin duda, una de las grandes actuaciones entre las programadas en Valdemorillo.


Porque junto a la cantante, toda una virtuosa también como violonchelista, el también dominador del chelo, el francés Matthieu Sagilo, capaz de subrayar la personalidad de NES dando la expresión inconfundible a cada uno de los títulos que se fueron desgranando en esta tarde en la que el calificativo “inclasificable” se tornó atributo para sustantivar la peculiaridad de la música que acerca este encuentro, en el que, si el violonchelo de Mattieu puso luz, la infinidad de ‘colores’, de tonos, se alzó también en el sabio hacer del percusionista David Gadea. Tres ases inusuales para una concierto del todo triunfal, porque el público ganó en emoción y el escenario premió a esta Villa con un espectáculo sin igual, con instantes para canciones como ‘La volonté’,… gran estela sonora de la multiculturalidad gestada en música de la auténtica.


 
 
 

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